«¿Quién es el que tan bien lo hace?»
La reina, en secreto, llama a una doncella prudente y juiciosa, y le dice:
«Doncella, os es preciso transmitir un mensaje. Lo llevaréis en seguida, pues tiene pocas palabras. Bajad de esta tribuna e id al encuentro de ese caballero que lleva escudo bermejo. Le diréis en voz baja que yo le ordeno: lo peor posible.»
Rápida y hábilmente, cumple la joven el encargo de la reina. Se dirige al caballero, le sigue hasta llegar muy cerca de él, y le dice, cuidando que no escuche vecino ni vecina:
«Señor, mi señora la reina os ordena a través de mí: lo peor posible.»
Apenas lo oye, responde él que lo haría muy de su grado, como quien es enteramente de la reina. Y cabalga al punto a todo galope contra un caballero, y falla en el encuentro, cuando le debió herir. Desde entonces hasta el anochecer se comportó lo peor que pudo, pues que la reina así lo deseaba. El adversario, por su parte, no ha fallado en su ataque: antes bien le ha asestado un duro golpe, encontrándole con su lanza. Entonces Lanzarote emprende la huida...
«Debes callarte, amigo, tu caballero no vencerá. De tanto varear, su vara se ha quebrado, la que tanto nos has encarecido.»...
La reina, por su parte, no está enojada. Antes bien está alegre, y mucho le place, pues sabe bien, aunque se calla, que el caballero es con certeza Lanzarote. De este modo, hasta el anochecer se hizo pasar por un cobarde.
«Id ahora, doncella, a montar sobre vuestro palafrén. Os envío al caballero de ayer. Le buscaréis, le encontraréis. No os retraséis por nada del mundo. De nuevo le diréis que se comporte todavía lo peor posible. Y cuando se lo hayáis advertido, escuchad bien lo que os responda.»
No tarda la doncella en obedecer. Se había fijado la noche pasada hacia dónde se dirigía el caballero, pues algo le decía con plena seguridad que sería enviada de nuevo a él. Sabe orientarse entre las filas hasta llegar a su destino. Rápidamente se acerca, y le repite en voz muy baja que todavía debe comportarse lo peor posible, si quiere conservar el amor y la gracia de la reina: órdenes suyas son.
Responde Lanzarote:
«Gracias le sean dadas a ella, pues tal cosa me ordena.»
«¡Maravilla! ¡Ha regresado el caballero de las armas bermejas, venid a verle! Pero, ¿para qué? No hay en el mundo hombre tan vil, tan digno de desprecio y tan cobarde. La cobardía le domina, y él nada puede hacer contra ella.»
Ha vuelto la doncella junto a la reina. Ésta no deja de apremiarla hasta conocer la respuesta. Al oírla, mucho se ha alegrado, pues ahora sabe sin ninguna duda que ese caballero no es otro que aquél a quien ella pertenece por entero, y que le sigue perteneciendo él también a ella sin falta. Entonces ordena a la muchacha que vuelva aprisa sobre sus pasos, y diga al caballero que ella le prescribe y suplica que se comporte lo mejor posible.
«Iré -responde la doncella-, sin concederme el menor reposo.»
Ha bajado a tierra desde la tribuna: allí la espera un criado, guardándole su palafrén. Ensilla, monta y parte al encuentro del caballero. Inmediatamente le dice:
«Ahora mi dama os manda, señor, que lo hagáis lo mejor posible.
-Le diréis -responde Lanzarote- que no me ordena nada que no me plazca, pues que a ella le agrada. Todo lo que a ella place me es grato a mí.»
«Señora -le dice-, nunca vi caballero de carácter tan complaciente. Tan extremadamente quiere hacer lo que vos le ordenáis que, a deciros verdad, acoge con idéntico semblante honra y deshonra, bien y mal.
-A fe -dice la reina-, puede que sea así.»
«¡Ha venido el que vencerá! ¡Es hoy cuando veréis de lo que es capaz! ¡Hoy aparecerá su valentía!»
Este es un texto de Chretien De Troyes, un autor francés.
El texto, trata sobre un caballero llamado Lanzarote, está luchando en una justa pero una sirvienta de la reina le dice que ella le ordena que haga lo peor posible y el falla el ataque aposta para complacerla ya que ella se lo pidió.
La sirvienta vuelve a mandarle otro mensaje de la reina para que lo haga aún peor, y el dice que hará todo lo que ella le pida.
La reina decide decirle que lo haga de nuevo bien y así acaba la historia.
La reina sólo hace esto para saber cómo le es de fiel el caballero haciéndole pasar por una serie de pruebas que el supera de lujo. Así ella sabe también hasta dónde llega el amor de él hacia ella y este no tiene límite. El escrito quiere que veamos que el servicio a la dama es una virtud.
Este cuento no se parece a la cultura caballeresca.
Él pierde delante de mucha gente porque ella se lo pidió, quiere que parezca débil y cobarde y él lo acepta.
Lanzarote es uno de los caballeros de la mesa redonda de Arturo, es un personaje real y su reina es Leonor de Aquitania.
Lanzarote sólo quiere demostrar su honor y su amor hacia ella y antepone cualquier cosa por ella aunque sea lo más importante que tiene un caballero (valentía, fuerza y poder).
La única opinión que le importa es la de su querida reina y la de los demás le da igual.
Leonor de Aquitania formó las justas para no tener que gastar tanto dinero en las guerras, y los hombres puedan demostrar su fuerza.
En el texto hay algún epíteto épico y un narrador externo.
Aquí pongo una justa que han hecho con motivo de la XII Semana Medieval celebrada entre el 20 y el 26 de julio de 2009, enseña muy bien cómo sería la justa del texto:
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