I Me parece semejante a los dioses
aquel que frente a tí está sentado
y te escucha cerca de tí,
que cantas dulcemente una historia
y ríes amable; tu risa me
ha desgarrado el corazón en el pecho.
Pues cuando te miro a tí un instante, entonces me parece
que no puedo decir ni una palabra más,
sino que silenciosamente mi lengua se ha roto ,
y de pronto un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel,
no veo nada con mis ojos
y mis oídos zumban.
Un sudor frío me resbala hacia abajo y un estremecimiento
se apodera de todo mi cuerpo. y estoy más pálida
que la hierba, y me parece que me falta poco
par estar muerta
Eros me sacudió el alma
como un viento que en la montaña sacude los árboles.
Llegaste, lo hiciste y yo te deseé ardientemente
y helaste mi corazón, encendido en deseo.
II Tú, la de hermoso rostro, comparable
al de una diosa
escuchando tu canto, me llenaba
de dicha el alma entera.
II.
Ahora entre todas las mujeres
ella es la más bella, cual la luna
al ocultarse el sol, su rostro mostrando
de púrpura, oscurece las estrellas;
su luz las praderas baña
floridas y en las ondas
amargas del océano fulgura;
el rocío se esparce por el viento
refrescando el tomillo delicado,
y las rosas, y el trébol florecido.
Cuando recuerdo a la adorable Attida
el deseo en tumulto se apodera
de mi ser, y la angustia me consume,
y me grita que vaya, y mis gemidos
se pierden en la noche silenciosa,
que los recoge y al mar los lanza.
No la puede ni hablar porque cuándo ella la mira siento unos nervios tremendos y no le salen las palabras.
Todo su mundo gira al verla, deja de oír, de ver bien y no puede ni hablar. A ella le parece que se le para el corazón y todo de los nervios; desearía estar con esa mujer que compara con una diosa.
En el segundo poema Safo refleja toda su tristeza por no poder estar con ella y ve a esa mujer como la más bella del mundo, que brilla más que ninguna y que al lado de otras ella resalta.
Dice que con recordarla se muere de deseo de poder estar con ella y que se pone triste y mal por no poder tener un amor correspondido con ella.
Aparece reflejado el deseo de la escritora, algunas veces muy directamente como con "un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel".
Las diferencias entre estos dos poemas son que:
En el primero Safo menciona más a los dioses y en el segundo no menciona nada de dioses.
Luego hasta que en el primero no dice "Tú, la de hermoso rostro, comparable al de una diosa" no se sabe que va dirigido a una chica pero en el segundo empieza diciendo "Entre todas las mujeres ella es la más bella" y en el final dice el nombre de esta chica "Cuando recuerdo a la adorable Attida"
Aquí van algunos recursos literarios:
"Su rostro mostrando de púrpura" es una hipérbole.
"Como un viento que en la montaña sacude los árboles" es un símil.
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