Me duele, no es un juego, no me gusta, no entiendo, no quiero más.
¡Me está dando a mí!, ¿se creerá que soy esa cosa tan divertida que recojo y se la llevo?
Y ahora, ¿se creerá que soy lo que suena si hace algo, con esa cosa que me acariciaba?
Ha parado, ¿me dará comida o bebida?
Sólo veo algo rojo por todo mi cuerpo, que duele mucho.
Se ha ido y me ha dejado aquí solo, en la oscuridad y tengo miedo, no veo nada y solo tengo sueño.
Cerré los ojos y al instante, mi dueño me cogió y me llevo a la casa me tumbó en el suelo de un sitio con más luz.
Al abrirse la puerta, entró mi dueño pequeño que me acariciaba pero a mí me dolía todo.
La dueña mayor acababa de llegar y me miró muy raro, me cogió en brazos y me llevo a una habitación, ahí me puso una cosa blanca en la patita y me dejo ahí calentito con una manta por encima.
Al rato sonaron unos ruidos chirriantes y cuando dejaron de sonar a lo lejos, la mujer y mi dueño pequeño me llevaron al sofá y me dormí encima de ellos mientras que su mano solo se levantaba para acariciarme.
A partir de este día, mi vida cambió a mejor y así pasaban las tardes, en sus brazos y jugando.
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