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sábado, 3 de marzo de 2018

ROMEO Y JULIETA. SHAKESPEARE.

Bajo el balcón de Julieta. (Romeo entra sin ser visto en el palacio de los Capuleto.
Julieta aparece en una ventana)
Romeo:- ¡Silencio! ¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el
Oriente, y Julieta, el sol! (...) ¡Mirad cómo apoya en su mano la mejilla! ¡Oh! ¡Quién fuera guante de esa mano para poder tocar esa mejilla!
Julieta:- (Hablando sola) ¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu
nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto.
Romeo:- (Aparte) ¿Continuaré oyéndola, o le hablo ahora?
Julieta:- ¡Sólo tu nombre es mi enemigo! ¡Porque tú eres tú mismo, seas o no
Montesco! ¿Qué es Montesco? No es ni mano, ni pie, ni brazo, ni rostro, ni parte alguna
que pertenezca a un hombre. ¡Oh, sea otro nombre! ¿Qué hay en un nombre? ¡Lo que
llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquiera otra denominación! De
igual modo Romeo, aunque Romeo no se llamara, conservaría sin este título las raras
perfecciones que atesora. ¡Romeo, rechaza tu nombre; y a cambio de ese nombre, que
no forma parte de ti, tómame a mí toda entera!
Romeo:- Te tomo la palabra. Llámame sólo "amor mío" y seré nuevamente bautizado.¡Desde ahora mismo dejaré de ser Romeo!
Julieta:- ¿Quién eres tú, que así, envuelto en la noche, sorprendes de tal modo mis
secretos?
Romeo:- ¡No sé cómo expresarte con un nombre quien soy! Mi nombre, santa adorada,
me es odioso, por ser para ti un enemigo. De tenerla escrita, rasgaría esa palabra.
Julieta:- Todavía no he escuchado cien palabras de esa lengua, y conozco ya el acento.
¿No eres tú Romeo y Montesco?
Romeo:- Ni uno ni otro, hermosa doncella, si los dos te desagradan.
Julieta:- Y dime, ¿cómo has llegado hasta aquí y para qué? Las tapias del jardín son
altas y difíciles de escalar, y el sitio, de muerte, considerando quién eres, si alguno de mis
parientes te descubriera.
Romero:- Con ligeras alas de amor franqueé estos muros, pues no hay cerca de piedra
capaz de atajar el amor; y lo que el amor puede hacer, aquello el amor se atreve a
intentar. Por tanto, tus parientes no me importan.
Julieta:- (...) ¡Oh gentil Romeo! Si de veras me quieres, decláralo con sinceridad; o, si piensas que soy demasiado ligera, me pondré desdeñosa y esquiva, y tanto mayor será tu empeño en galantearme. En verdad, arrogante Montesco, soy demasiado apasionada, y por ello tal
vez tildes de liviana mi conducta; pero, créeme, hidalgo, daré pruebas de ser más sincera
que las que tienen más destreza en disimular. Yo hubiera sido más reservada, lo confieso,
de no haber tú sorprendido, sin que yo me apercibiese, mi verdadera pasión amorosa.
¡Perdóname, por tanto, y no atribuyas a liviano amor esta flaqueza mía, que de tal modo
ha descubierto la oscura noche!
Romeo:- Júrote, amada mía, por los rayos de la luna que platean la copa de los
árboles…
Julieta:- No jures por la luna, que es su rápida movimiento cambia de aspecto cada
mes. No vayas a imitar su inconstancia.
Romeo:- ¿Pues por quién juraré?
Julieta:- No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti mismo, por tu persona que es
el dios que adoro y en quien he de creer.


Esta obra la representamos un día en clase, así que la pongo aquí por si alguien quiere leerla, es muy bonita.

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